Y hallar en la penumbra el agua milagrosa
tan dulce y desprendida de una clara aurora.
Y hallar en el vacío, su nombre que le nombra,
en la eterna ondulación que siempre le interroga.
Y hallar, siempre después del llanto y de la risa,
en la quietud de la honda, penumbra milagrosa...
la agua desprendida, por siempre salvadora.
Y hallar en el vacío, su nombre que le nombra,
en la eterna ondulación que siempre le interroga.
Y hallar, siempre después del llanto y de la risa,
en la quietud de la honda, penumbra milagrosa...
la agua desprendida, por siempre salvadora.
Yvonne Ochart, Puerto Rico
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