jueves, 29 de noviembre de 2012

Pincelada.-






El Sol, ya a fin de la jornada,
desde occidente vigila
como una enorme pupila
de roja sangre inyectada.

Amplia mar, ensangrentada,
grave, imponente y tranquila,
finge la luz que vacua
en la celeste morada.

Con dulce melancolía,
la tarde doliente y fría,
va cerrando el áureo broche.

Mientras grave y lentamente
va conduciendo a Occidente
su catafalco la noche.
Federico Bermúdez y Ortega,   Dominicana, 1884


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